Demolición y reciclaje: Peligro de derrumbe

La brasileña FBI Demolidora participó en la categoría de Demolición Explosiva con su proyecto de demolición de un edificio de nueve pisos de altura que en julio de 2021 había sido consumido por las llamas. Tras estudios patológicos y evaluación de daños, el informe resolvió que el edificio debía ser demolido y la implosión ocurrió el 6 de marzo de 2022. De acuerdo con la empresa, “fue una mañana de domingo histórica para el Estado de Rio Grande do Sul, y fue todo un éxito, sin incidentes de ningún tipo”.

Luego del incendio la estructura quedó en condiciones de colapso inminente. (Foto: FBI)

El edificio en cuestión, que albergaba la Secretaría de Seguridad Pública, presentaba varios riesgos. Se trataba de una edificación con una longitud total de unos 85 metros, más de 40 metros de altura y un área aproximada de 25.221 m², totalizando un volumen de unos 13.886 m³.

Avanzando con cuidado

Debido a las malas condiciones de estabilidad de la estructura, el Gobierno de Rio Grande do Sul, trató de concentrar esfuerzos para presentar una solución que eliminaría la imagen de la tragedia del paisaje local, exactamente a la entrada de la ciudad de Porto Alegre y es así como contrató a Manoel Jorge Diniz Dias, ingeniero de minas de FBI Demolidora, quien ha sido responsable de más del 90% de las implosiones en Brasil, considerado el mayor especialista en esta área.

En una cuidadosa evaluación, ante los riesgos existentes de nuevos derrumbes, el especialista presentó al Gobierno del Estado todas las consideraciones que corroboraron que la mejor alternativa para la demolición era por el método de implosión, tanto por consideraciones de tiempo, precio y, sobre todo, por seguridad.

Teniendo ya el método definido, había más desafíos que sortear. La zona más afectada del edificio presentaba bloques de concreto, estructuras metálicas y techos en buenas condiciones y que podían recuperarse. No obstante, dada la inestabilidad y el riesgo para la seguridad de los trabajadores que participarían en las operaciones, el ingeniero optó por no remover estas estructuras y desarrollar una estricta disciplina de seguridad en la rutina del trabajo.

Vista del momento de la implosión. (Foto: FBI)

Ya sorteada esta decisión, hubo otra gran preocupación para la empresa, una losa de 450 m2 del último piso que se encontraba en condiciones de colapso inminente, con ruptura de seis vigas, que podría repetir toda una dinámica provocando un derrumbe sucesivo.

Esta constatación de tan elevado riesgo llevó a los técnicos a posponer el inicio de los trabajos, poniendo en jaque el cronograma preestablecido, por lo que se adoptaron todas las medidas necesarias para mitigar los riesgos. “En un principio, incluso se planteó cambiar el proyecto inicial, de una sola implosión, a una operación en dos etapas, implosionando la parte central, y luego las dos torres laterales, en un segundo momento”, comenta Manoel Dias.

En tiempo récord, todos los escombros y chatarras fueron destinados a reciclaje en plantas debidamente acreditadas. (Foto: FBI)

Las mediciones de estabilidad de las losas de la estructura pasaron por varias intervenciones, como el seguimiento “full time” de las condiciones de estabilidad, apuntalamiento de vigas colapsadas y tramos de losa en condiciones más críticas, además de todo el cumplimiento de un estricto protocolo que contemplaba el lanzamiento de las obras sólo en la medida en que las condiciones de seguridad lo permitieran.

Este protocolo, entre otros procedimientos, permitía la perforación de ciertos pilares, solo después de confirmar que se cumplieron todas las condiciones de seguridad. El cumplimiento de estos protocolos le costó al cronograma de trabajo diez días de un período total de 35 días previsto, pero sin comprometer la fecha de 06 de marzo de 2022, definida por las autoridades del Gobierno de Rio Grande do Sul para la implosión.

El proyecto

La secuencia de tiempos, herramienta indispensable para lograr exitosamente una implosión, pasó por un cuidadoso análisis de la estructura colapsada, que incluyó un estudio de ejecución de decenas de tiempos diferentes que, de forma secuencial y planificada, condujeran al colapso de la estructura en los moldes de lo esperado de una estructura en su estado original.

Y ese fue el gran desafío: la ausencia de un mínimo de regularidad y simetría en los pisos, falta de estabilidad en la mayoría de los tramos que aún quedaban en pie, crearon el escenario propicio para soluciones excepcionales. Las limitaciones impuestas por los riesgos que presentaba la estructura hicieron se modificara el proyecto a lo largo de su ejecución, reduciendo la cantidad de explosivos de los 200 kg inicialmente previstos en el proyecto oficial, a tan solo 115,87 kg, con eliminación de huecos en la misma proporción.

La misma irregularidad de las estructuras restantes inspiró a los técnicos de FBI Demolidora a implementar una solución simple. “Utilizamos la técnica de voladura en diagonal larga, consagrada en voladuras de roca, asociada con la Técnica de Implosión del Estadio Americano”, explica Dias.

Así quedó el terreno donde alguna vez estuvo emplazada la Secretaría de Seguridad Pública. (Foto: FBI)

Se crearon 17 diagonales largas separadas por 400 MS entre sí, y los huecos de los pilares del primer piso tienen en su interior detonadores de 3500 MS. En los pisos superiores, los huecos del segundo, tercer y cuarto piso recibieron detonadores de 4000, 4500 y 5000 MS, respectivamente, lo que garantiza un desfase de 500 MS entre un piso y otro. Cada una de las 17 diagonales, desplegadas en cada tendedero del primer piso, corresponde a la misma diagonal en los pisos superiores.

Los datos de la demolición que tuvo lugar a las 9:00 am del 6 de marzo de 2022 fueron recolectados mediante 6 sismógrafos con geófono triaxial y micrófono y 7 acelerómetros triaxiales distribuidos en el área de la operación. Los resultados mostraron niveles significativamente por debajo de lo determinado por las normas brasileñas e internacionales.

  • Algunos hitos del proyecto
  • Desafío de estructuras colgantes, formadas por bloques de hormigón y estructuras metálicas, con riesgo de accidentes.
  • Dificultad en la medición de los tiempos y cargas explosivas, superada tras presentar una solución inédita y creativa.
  • Última losa del edificio, bajo inminente derrumbe.
  • Árboles a pocos metros del edificio.
  • En tiempo récord, todos los escombros y chatarras fueron destinados a reciclaje en plantas debidamente acreditadas.

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Cristian Peters
Cristián Peters Editor Tel: +56 977987493 E-mail: cristiá[email protected]
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